La lectura de estos artículos me ha recordado que este matemático no es el único "especialito" que ha habido en la historia, han sido muchos y sus anécdotas abundantes también. Por ejemplo:
En cierta ocasión, Einstein invitó a Artur Schnabel, pianista de gran renombre, a pasar un fin de semana musical. Se enfrascaron en una sonata de Mozart bastante complicada; Einstein tenía problemas para seguir la partitura. Al final, y tras múltiples explicaciones, Schnabel se enfadó, golpeó con irritación las teclas y gimió: ” No, no, Albert, así no …! Por Dios! ¿Es que no sabes contar? Uno, dos, tres, cuatro …!”
Isaac Barrow (1630-1677) fue un niño problemático cuyo padre solía decir que si Dios tuviera que llevarse a uno de sus hijos, él podría prescindir de Isaac. Por suerte, Dios no se lo llevó y tuvo oportunidad de crecer. Se convirtió en el primer profesor lucasiano de Matemáticas de Cambridge, puesto que cedería en 1670 a Isaac Newton (más tarde a otros como Dirac y Hawing a día de hoy). De hecho, el propio Newton fue discípulo suyo.
Se podría decir que no hubo mucho afecto entre Barrow y el favorito del rey Carlos II, el conde de Rochester, quien había llamado a los sacerdotes “rancia reliquia de la divinidad”. Un día, en la corte, donde Barrow servía como capellán del rey, se encontró con el conde, quien le hizo una profunda reverencia y le dijo sarcásticamente:
- A sus pies, doctor.
- Y yo a sus plantas, señor.
- Seré vuestro más sincero servidor hasta el mismísimo centro de la Tierra, señor.
- Y yo en las antípodas, señor.
- Señor doctor, soy vuestro hasta en el más oscuro abismo del infierno.
- Pues yo ahí, señor mío, ya me separo de vos - respondió mordazmente Barrow y se fue.
- Y yo a sus plantas, señor.
- Seré vuestro más sincero servidor hasta el mismísimo centro de la Tierra, señor.
- Y yo en las antípodas, señor.
- Señor doctor, soy vuestro hasta en el más oscuro abismo del infierno.
- Pues yo ahí, señor mío, ya me separo de vos - respondió mordazmente Barrow y se fue.
Uno de los matemáticos más sorprendentes de la historia fue Paul Erdös (1913-1996). Escribió más de 1.200 artículos con unos 300 coautores. Ese tremendo número de publicaciones sólo ha sido superado en toda la historia por el inigualable Leonhard Euler.
No tenía un lugar fijo de residencia. Viajaba de un departamento de matemáticas a otro con dos maletas escribiendo los artículos con otros matemáticos mucho más “normales” que él. No se preocupaba lo más mínimo de su situación personal, nunca tuvo tarjeta de crédito ni talonario de cheques. Viajaba con dos maletas porque decía que “la propiedad privada es una carga”.
Por el contrario, siempre fue muy generoso con los demás. En 1984 ganó el premio Wolf, dotado con 50.000 dólares. Se quedó 750 y el resto lo repartió.
Hay muchos más matemáticos que tuvieron vidas apasionantes pero que dejaremos para otro post. De cualquier modo, en la biblioteca tenéis un libro en el que se detallan muchos aspectos de la vida de otros muchos matemáticos famosos, como Galois, Abel, Tartaglia, Cardano, Ferrari, Conway, Diofanto de Alejandría, etc. Dicho libro se llama Simetria: Un viaje por los patrones de la naturaleza.
Hay muchos más matemáticos que tuvieron vidas apasionantes pero que dejaremos para otro post. De cualquier modo, en la biblioteca tenéis un libro en el que se detallan muchos aspectos de la vida de otros muchos matemáticos famosos, como Galois, Abel, Tartaglia, Cardano, Ferrari, Conway, Diofanto de Alejandría, etc. Dicho libro se llama Simetria: Un viaje por los patrones de la naturaleza.
Bendita locura la de los que son considerados locos por ser generosos, por buscar la felicidad más allá del dinero, en el conocimiento, por conservar su dignidad, por ser ingeniosos.
ResponderEliminarMe han encantado las historias de estos personajes, aunque la de Perelman, autocondenado a la incomunicación y a la introversión, me parece un poco triste.
Afortunadamente tenemos cerca a otros matemáticos más extrovertidos y generosos que nos alegran y nos enseñan :))